martes, 13 de diciembre de 2011

Realidades


Aquel día fue igual como los otros. Nada había cambiado. 
Te miré. De reojo. Avergonzada como siempre.
Me intimidaba la idea de que te dieras cuenta que te miraba, pero quería en cierta parte, que sucediera.
Me negaba a comprender cuanto mal provocabas, ni cuanto mal me ibas a hacer. 
Pero eras prohibido y eso era deseable. 
Y volvía a caer en tu trampa sucesivamente. 
Y vos seguías en tu mundo. 
Sin verme, riéndote probablemente de personas como yo, que si creen en el amor. 
Sin intenciones de saber quién era ni de lo que estaba haciendo.
Me sentí inquieta, equivocada. Sabía que mi error existía. Incluso sabía cuál era. 
Pero no quería reconocerlo.
Estaba nublada. No quería reconocer la verdad de mi realidad: vos no ibas a estar conmigo. 
Vos desplegabas tus armas, tus mentiras y tus engaños para envolverme en tu juego. 
Y yo no quería ver cuan duro sería mi futuro.
Me di vuelta sin querer, dirigí mi mirada sin destino hacia el horizonte y te encontré. 
Increíblemente mirándome a mí. 
Y tus ojos me quemaban. Y los míos ardían. Y había una especie de fuego entre nosotros que me sofocaba. Una eternidad pasó entre los dos, miles de personas que caminaban alrededor nuestro como en cámara lenta se detuvieron y desaparecieron. 
Sólo estabas vos, sólo estaba yo. 
Y yo volvía a caer en tu juego. 
Lo tuyo se acercaba al delito. No podías volver a hacerme esto. Era un crimen a mi salud mental. 
Giraste como si nada hubiera pasado y reíste jocosamente.
Y tu histeria, tu bipolaridad provocó un colapso en mis nervios. Me dije a mi misma: 
"Vamos, nene, ¿a qué le tenes miedo? ¿a amar?
Y te seguía mirando de reojo y no me veías. 
Aquella mirada debió ser un error, creo que no existo para vos, que soy invisible. No lo creo, lo sé. 
Lo acepto. Tal vez, un poco obsesionada esté. 
Pero más amor, en mi corazón hay, sólo que se funde con mi casi inexistente razón, nublada por tu asombroso poder para mentirme. 
Pero me di cuenta de que volvía a caer. 
Intenté sonreírte, con nulo éxito y pienso en qué hago mal. 
Y finalmente entiendo, que no soy yo, en realidad no siempre es mi culpa como vos ansias que yo crea. 
A veces, vos también te equivocas y nadie te juzga por lo que haces mal. 
No te señalan como a mi y dicen al pasar: 
"Ahí va, la tonta enamorada, la que entrega su corazón por una sonrisa y una mirada".
Pero mi error no es enamorarme, mi error es quererte a vos. 
Vos sos mi error. 
Justo alguien que nunca se fijaría en mi; vos que vivís en un mundo paralelo, lleno de sueños e ilusiones imposibles, donde sos invencible y amo de los corazones que te rodean.
Un mundo inexistente como tu amor. 
Vos careces de amor y solamente juegas. 
Pero yo no pretendo ni quiero perder la razón por tus juegos. 
Yo te digo que no.
Que me salgo de tus mentiras, que vos no sos invencible, que vos careces de lo más importante: 
Que vos no sabes amar.
Y es más. Vos tenes miedo a amar.
 Tu corazón roto te manipula y te lleva a un lugar seguro pero inexistente del cual vos no queres salir porque no te queres arriesgar a perder. Entonces, no proyectes en mí tus problemas.
Si vos no queres amar...tonto de vos.
Que me juzguen si quieren los demás, que prefiero ser "la tonta enamorada" a ser una roca envuelta en mis propios engaños y mentiras.
¿Pero sabes qué? 
Finalmente, comprendí la verdad de mi realidad: 
YO NO QUIERO SER VOS.

"El que no arriesga, no gana."

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