Hasta un buen
día, donde fuimos arrancados por la fuerza de allí. Obligados y perturbados por
una inminente decisión desconocida, salimos de nuestra caverna entre gritos y
llantos de cólera. Y entre toda esa perturbación que nos rodea abrimos los ojos
de una vez. Miedosos de lo que nos esperaba. Y quedamos deslumbrados cuando vimos
la luz y los que nos rodeaba en esa dimensión desconocida. Y distinguimos
sombras, imágenes de personas y objetos, los astros y demás…
Reconocimos que
estuvimos viviendo en una realidad distinta. Y nos sentimos desubicados en
tiempo y espacio, lo expresamos entre llantos. Pasamos de manos en manos de
desconocidos hasta hallarnos en unos brazos distintos… especiales, contenedores
entre tanta desesperación. Una persona distinta, los latidos de su corazón nos
parecen familiares, esperanzadores y dejamos de sentirnos solos. La observamos
con avidez, intentando descifrar de donde nos conoce y porque nos mira como si
fuéramos una bendición.
Ella, como si
entendiera, con una mirada amorosa y unas palabras suaves con una voz conocida responde
a todas nuestras dudas:
Hola, tu eres una bendición, mi amor, hija/o, bienvenido seas al mundo.
Hola, tu eres una bendición, mi amor, hija/o, bienvenido seas al mundo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario