jueves, 15 de diciembre de 2011

Comprendeme


Una noche como esta, me recuerda a una pequeña niña de 10 años. Ella, ingenua y desconocida de los engaños del amor, su creencia pura en él, la arrastró a cometer el peor error de su vida. Uno del cual se arrepentiría toda su existencia, un error que provocaría su corazón roto.
"Me gustas vos"
Inofensivas palabras para ella. Un mundo de tensión para él.
Él. Él no tenía ni idea de como actuar. Al principio, sólo amigos. Después, no lo soportó. Lo que antes era normal ya no lo era. Y era sólo un niño.

"Gorda" "Puta" "Pesada" "Hinchapelotas" "Tarada" "Estúpida" "Celosa" "Perseguida" "Histérica" "Patética" "Ridícula" "Imbécil" "Insoportable" "Inútil" "Fea" "Horrible" "Pelotuda" "Cagona" "Obsesiva" "Obstinada"

Esas palabras no sólo resonaron en su cabeza. Y se grabaron con fuego. Sonaron en el patio del colegio, en el aula, en el quiosco, en la entrada, en la salida, en el baño... en todas partes. Y durante meses.
A los gritos, sin miedo salían de la boca de él. 
Con otros sustantivos que le daban un sentido aún más avallasador. 
¿Y ella?

Ella... ella tragaba saliva con dificultad, parada entre una multitud de gente que se reía y se lamentaba.
No podía decir nada. 
Quería a la persona que la estaba humillando, llevándola al mínimo nivel de dignidad... y no podía defenderse. No podía retrucarle nada, no podía pelear por su honor, su dignidad.
¿Y porque?

Porque lo amaba. Porque amaba a la persona que la estaba metiéndola en la peor oscuridad, amaba a su destructor. Era vulnerable a esas palabras, a esa persona. 
Y obviamente, su llanto era algo previsible. Su dolor y su silencio.

¡Cuántas cosas se había guardado en el alma! ¡Cuántas cosas jamás pudo decirle!
Ella nunca quiso la guerra, pero habiendo expresado su verdad, la había obtenido.
Y desde aquel día en que pudo superar esa humillación, ese abuso...
Nunca más quiso volver a hablar sobre amor ni de algún tipo de sentimientos. Se guardaba todo para ella. Era indescifrable
Pero su intención era no volverse a enamorar.
No quería arrepentirse. No quería volver a sufrir.

Y después de los años, aprendió a confiar, a decir ciertas cosas.
A expresar ciertos sentimientos. Pero nunca del todo.
Y un buen día llegó un hombre. Y ella volvió a sentir en la máxima pureza ese sentimiento, esa sensación como cuando tenía 10 años. Como cuando era una niña.
Y pudo decir "Te amo". 
Y se llenó de alegría de poder expresar semejante verdad. Casi feliz.
Pero la niña convertida en mujer no podía expresar todas sus verdades.
No podía porque se volvió a sentir vulnerable a las peleas, a las discusiones. Se sentía molesta, inquieta y sus recuerdos de aquellos meses le venían a la mente.
No podía hablar ni defenderse porque lo amaba como si fuera su primera vez.
Y nuevamente tropezó con la misma piedra.

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